Nos encontramos de nuevo después de un par de días frente a una puerta.
Yo conocía esa puerta, y se que todos la conocemos, pero de una manera distinta. Esas puertas pertenecen a cada uno, llevan a un camino que tenemos que transitar en soledad.
Hace unos días ella me dijo que era hora de que transitara su propio camino. La idea me dejó con sensaciones encontradas.
Me enteré que construyó esa decisión en un buen lapso de tiempo, arriesgándose a no tomarla para no lastimarme. Su elección duele, para ambos, pero parece ser la mejor. Muchas veces no tomamos elecciones buenas o malas, tomamos la que sentimos que es mejor. Lo que venga después, que venga.
Tener que dejar que transite sola ese camino me llena de tristeza, pero también, de alguna manera extraña, me consuela.
Ella, hermosa y tierna, en muchas ocasiones no podía ver que tan especial era. Me siento feliz de saber que su tiempo conmigo, aunque ya caduco, le dio un impulso para lanzarse a por su camino.
Ese camino que hay que seguir, nos deja distanciados y al mismo tiempo muy cerca. A veces las lágrimas nos ganan al tener tan cerca a esa persona, pero no puedes tocarla, ni acariciarla ni besarla. Más en mi interior se que mi amor es mas fuerte, y que yo, que prometí ser su guardián y amante debo dar un paso al costado y dejarla transitar.
Voy a poder verla en su camino, como una figura borrosa. Mas sabe y yo se, que aunque mi presencia sea limitada, podrá gozar de ella en cualquier momento.
En estos días tuve que acostumbrarme a su decisión, y asimismo, tomé la mía propia.
La siguiente vez que nos vimos, yo portaba una pequeña caja de madera, tallada por mis propias manos. No es la cosa más perfecta del mundo, no creo mucho en las cosas perfectas, pero contiene lo más valioso que una persona puede darle a otra.
Sus preciosos ojos marrones, consuelo de mi alma en días oscuros me miraron inquisidoramente. No pude evitar esbozar una sonrisa.
- Esto es tuyo, abrela cuando lo creas necesario, te dará calor y si lo deseas, modesta luz en tu camino.
Sus cálidos ojos me miraron de nuevo. Mi pulso se intensificó. Ella me abrazó y me dio luz en la noche que caia. Me dijo que estaba conmigo, aunque estuviera lejos.
Ya ni entiendo mis lágrimas, si son de felicidad o tristeza.
Ahora ella se encara frente a su camino, dispuesta a hacerle frente.
La puerta se cierra, ella está tras el umbral.
Recuerdo inmediatamente que mi regalo va acompañado de unas palabras que susurré pero que no fueron audibles. Estúpido de mi.
En un último esfuerzo, le rogué al frío viento que le llevara mi mensaje.
"Te amo, nos vemos del otro lado"
El viento se arremolinó, más frío que antes, pero en un momento circuló una brisa cálida a mi alrededor.
Supe entonces, que mi mensaje había sido entregado y que se me había respondido.
Yo conocía esa puerta, y se que todos la conocemos, pero de una manera distinta. Esas puertas pertenecen a cada uno, llevan a un camino que tenemos que transitar en soledad.
Hace unos días ella me dijo que era hora de que transitara su propio camino. La idea me dejó con sensaciones encontradas.
Me enteré que construyó esa decisión en un buen lapso de tiempo, arriesgándose a no tomarla para no lastimarme. Su elección duele, para ambos, pero parece ser la mejor. Muchas veces no tomamos elecciones buenas o malas, tomamos la que sentimos que es mejor. Lo que venga después, que venga.
Tener que dejar que transite sola ese camino me llena de tristeza, pero también, de alguna manera extraña, me consuela.
Ella, hermosa y tierna, en muchas ocasiones no podía ver que tan especial era. Me siento feliz de saber que su tiempo conmigo, aunque ya caduco, le dio un impulso para lanzarse a por su camino.
Ese camino que hay que seguir, nos deja distanciados y al mismo tiempo muy cerca. A veces las lágrimas nos ganan al tener tan cerca a esa persona, pero no puedes tocarla, ni acariciarla ni besarla. Más en mi interior se que mi amor es mas fuerte, y que yo, que prometí ser su guardián y amante debo dar un paso al costado y dejarla transitar.
Voy a poder verla en su camino, como una figura borrosa. Mas sabe y yo se, que aunque mi presencia sea limitada, podrá gozar de ella en cualquier momento.
En estos días tuve que acostumbrarme a su decisión, y asimismo, tomé la mía propia.
La siguiente vez que nos vimos, yo portaba una pequeña caja de madera, tallada por mis propias manos. No es la cosa más perfecta del mundo, no creo mucho en las cosas perfectas, pero contiene lo más valioso que una persona puede darle a otra.
Sus preciosos ojos marrones, consuelo de mi alma en días oscuros me miraron inquisidoramente. No pude evitar esbozar una sonrisa.
- Esto es tuyo, abrela cuando lo creas necesario, te dará calor y si lo deseas, modesta luz en tu camino.
Sus cálidos ojos me miraron de nuevo. Mi pulso se intensificó. Ella me abrazó y me dio luz en la noche que caia. Me dijo que estaba conmigo, aunque estuviera lejos.
Ya ni entiendo mis lágrimas, si son de felicidad o tristeza.
Ahora ella se encara frente a su camino, dispuesta a hacerle frente.
La puerta se cierra, ella está tras el umbral.
Recuerdo inmediatamente que mi regalo va acompañado de unas palabras que susurré pero que no fueron audibles. Estúpido de mi.
En un último esfuerzo, le rogué al frío viento que le llevara mi mensaje.
"Te amo, nos vemos del otro lado"
El viento se arremolinó, más frío que antes, pero en un momento circuló una brisa cálida a mi alrededor.
Supe entonces, que mi mensaje había sido entregado y que se me había respondido.
debe estar feo perder a tu pareja, pero es muy noble de tu parte que la dejes ir por el camino que a ella le parecio mejor..
ResponderEliminarmucha suerte con eso...